Lloré, reí, lloré, odié el final y luego lo amé. Me encariñé de los personajes con una intensidad que hacía tiempo que no experimentaba. Mi marido llegó un día a casa y me encontró llorando a moco tendido, y no se podía creer que fuera por un libro. Pero poco después le dije que era un libro fantástico, y tampoco me creyó, porque yo había estado despotricando sobre las decisiones de la autora hacía unas horas. En definitiva, la historia me hizo bailar al son de su propia melodía, y recomiendo a todo el mundo que se deje llevar, como hice yo.

💜💜