Mariano José de Larra era el escritor y periodista más admirado. Aunque, como buen romántico de su época, tenía sus días buenos y sus bajonas malas. Un día se llevó un disgusto horrible. Y lo encajó fatal. Tan fatal que se voló los sesos. Su muerte conmocionó al país y la literatura perdió al autor con más chispa del momento. Durante décadas nadie supo el motivo del suicidio. O, más bien, la persona por la que se suicidó. Pero casi un siglo después, la escritora más admirada del momento, Carmen de Burgos, removió lo impensable para descubrir qué llevó a Larra a su trágico suicidio. Y lo descubrió. Y descubrió el nombre de la mujer por la que se pegó el tiro. Larra dejó sobre su mesa unos papeles y la última carta que escribió a esa mujer. La lingüista forense Sheila Queralt lo analiza hoy y nos lleva de nuevo a aquella escena terrible de la historia de la literatura española.
Mariano José de Larra era el escritor y periodista más admirado. Aunque, como buen romántico de su época, tenía sus días buenos y sus bajonas malas. Un día se llevó un disgusto horrible. Y lo encajó fatal. Tan fatal que se voló los sesos. Su muerte conmocionó al país y la literatura perdió al autor con más chispa del momento. Durante décadas nadie supo el motivo del suicidio. O, más bien, la persona por la que se suicidó. Pero casi un siglo después, la escritora más admirada del momento, Carmen de Burgos, removió lo impensable para descubrir qué llevó a Larra a su trágico suicidio. Y lo descubrió. Y descubrió el nombre de la mujer por la que se pegó el tiro. Larra dejó sobre su mesa unos papeles y la última carta que escribió a esa mujer. La lingüista forense Sheila Queralt lo analiza hoy y nos lleva de nuevo a aquella escena terrible de la historia de la literatura española.
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