Astu tarinoiden maailmaan
Se llama cartuja a un tipo especial de monasterio, precisamente por ser administrado por la Orden de los Cartujos, fundada en Francia por un sacerdote alemán llamado Bruno en el siglo XI. La Iglesia Católica canonizó a Bruno en el siglo XVI, y, previo al año 1918, Federico García Lorca visitó uno de estos monasterios cartujos, donde encontró, entre otros enseres religiosos, una escultura de san Bruno, a la que se refiere en el relato, y de donde saldría la inspiración para esta reflexión titulada “La Cartuja”. Más exactamente, el monasterio que visitó fue La Cartuja de Santa María de Miraflores, ubicada cerca a la ciudad de Burgos (Castilla y León, España), fundada en 1442.
Esta reflexión por parte de García Lorca tiene un tinte demasiado cristiano sobre la prácticas religiosas en los monasterios. Cuestiona las costumbres de los monjes, la manera en que tienen estos religiosos de encontrar la santidad, de huir del pecado, de buscar a su dios; pero al mismo tiempo Lorca hace destacar la característica más hermosa que tiene la doctrina de Jesucristo, la cual es innata a cualquier persona sin miramiento de religión, y que Lorca describe como “caridad”, pero que yo postularía como la “congregación”. Característica que, en definitiva, nos hace humanos, y con la cual concuerdo absolutamente, y espero que suceda lo mismo con el lector-escucha en la meditación de Lorca que sigue a continuación.
© 2024 Juan Miguel Sanchez Bedoya (Äänikirja): 9798882285097
Julkaisupäivä
Äänikirja: 21. kesäkuuta 2024
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